miércoles, 13 de enero de 2021

Kay

Copo a copo,

año tras año,

se cubre la ciudad

del insípido blanco.


No queda color

tras el asentamiento,

no queda calor

tras aprender

a desprenderse del sol.


El raciocinio que nos enseñó

la geometría del copo

nos deslumbra de ver

la venus encerrada en él,

la pista de la ladera.

La caricia ahora es fría.

Corta, que no quema,

el recuerdo de la llama.


Se congela la sierpe bombeante,

un funerario gris se apiada de la tez,

una educada mente de miedo abundante.


No más mejillas sonrosadas,

solo narices heladas.


                       J.M.González