Que el ruido de la ciudad
lo eclipsó el bombeo de mi corazón,
comandado por mi azotea
que siempre marchita la flor.
Un monstruo que empuja
y libera el alcohol.
Pisando el freno
empieza a funcionar,
la inversa de la acción
mejora la efectividad.
A Catalina le confieso
que soy lágrima en el mar.
Y es en ese momento
en el que rompo las cadenas.
Y es en ese lugar
En el que gano mi guerra.
Donde me doy cuenta
de mi lucha interna.
J.M.González
No hay comentarios:
Publicar un comentario