miércoles, 18 de abril de 2018

Paca

¡Cómo me acompañabas
en la comida cada semana!
Después, la caminata
a tu tacita de plata.

Mil historias para contarme
y me faltaron vidas
para escucharte.

Cada año eras nuestra reina,
la anfitriona de la mesa.
Y nosotros dos infantes
buscando restaurantes
para enseñarte a ti, maestra.

No era más que una excusa
para sentados en un banco
 y ver esa sonrisa
 con un helado en la mano.

Matriarca, 
dama de la familia 
y la casa
¡ay mi paca!

perdona a este poeta
que no te ha escrito antes,
no ha sido por falta de cariño
ni porque no lo tengas merecido.
es que siendo tan grande,
en un poema, lo merecido no cabe.


                          J.M.González