Luces, luces a deslumbre.
Es la ciudad,
dormida y fría
la que me destapa y desvela.
Una copa en mi mano,
una ventana, mis prismáticos
y el mundo al raso
y yo el amo.
Silencio...
Un pájaro que pía a lo lejos
como si de un comedero de zoo se tratara
y un murciélago vuela marchito,
sus alas con muletas en el aire apoyándose.
El metrónomo de ciudad irrumpe en el silencio,
el sonido de la fricción,
¿qué historias encerrarán?
¿Un coche con nieve en febrero?
¿Otro conducido por elefantes rosas?
¿Un bebé naciendo?
¿O una urgencia hacia un futuro muerto?
La noche se extiende ante el beodo,
sus olores han cambiado,
el frío los ha intensificado.
Un par de ventanas, tímidas, se muestran a mi persona,
un par de vidas que asoman a mi curiosas.
Tres voces caminan sin rima.
¿Son conocidas?
Me recuerdan lo seguro y
cálido de mi sigilo.
Desde mi escaparate
me fundó en la noche,
soy uno de los tuyos
pero en mi refugio,
en mi pequeño mundo.
No pertenezco a ti,
Catalina, ni a tu compañero Lorenzo.
Soy observador
desde mi fuerte, tus versos
deduzco con humor.
J.M.González