Un arnés en el pecho
que no cesa de apretar,
4 paredes que protegen
que parecen menguar.
El hogar,
¡qué idea tan romantizada!
Y fui el primero en pecar,
cediéndole mi alabanza,
a algo tan material.
Y esa es su condición,
un objeto sin más,
vacío de sentido,
hasta que se lo quieras dar.
4 paredes de refugio
y nada más.
Tú decides su visión,
prisión o seguridad.
No confundir
con el hogar real,
el que debo alabar
y vitoreo sin cesar.
Mi hogar
no se puede tocar.
No se puede visitar,
vive en cualquier lugar.
Mi hogar es su sonrisa,
tras volverla a besar,
junto con su caricia
de imposible no Amar.
Mi hogar son las pamplinas,
de las cervezas echadas.
Los planes de vida,
y complicidad de banda.
Mi hogar es casual
de entorno nato,
creación de hermandad
incondicionalmente apoyado.
Mi hogar no es terrenal
y jamás me encerrará.
Una cuarentena en casa,
pero no en mi hogar.
J.M.González