I
-Y todos esos valores formados y esa
personalidad fulgurante, se derrumban como casitas de muñecas ardientes en una
noche estrellada. ¿Y qué hacer en una sociedad en la que te sientes solo?
(soledad compartida) Prácticamente solo, en valores, en principios, y con
personas contadas a las que poder decir “-eh, creo que te conozco”. Y siente
una pizca de felicidad por pensar, aquí no hay límites, no existen los
reprimidores, ni nadie que te diga “-te falta una tilde”, porque aunque no
reivindique nada realmente, os reivindico a cada uno de vosotros. Yo no podré
susurrarlo más alto ni más claro, a campos de maíz os enviaría, no precisamente
a admirar su dorado, sino con la intención de que vuestras mentes hicieran ese
‘clack’ que de repente las abriera.
II
-La diferencia entre tú y ellos, es que ellos
viven mientras tú dormida solo sueñas. “Que no hay nada malo en ello” dicen,
que de soñar se vive ¿Pero y si también se muere? ¿Cambiaría algo? Porque yo te
cuento esto cuando el invierno torna mi alma de gris, que solo me falta el
empujón que ellos me quitan. Pero no te preocupes, renaceré en primavera, como
todos los años, puntual y tú me cronometrarás. Pasa por la caja número 7 para
que metan tus sueños en bolsas de plástico, que quién sabe, si en un futuro reutilizarás.
Prométeme que nunca me soltarás la mano y que si lo haces será para regalarme
las flores del camino.
III
Y pensar la de formas de sonreír, de decir te
quiero’s y te odio’s, de encender un cigarrillo, incluso de respirar. Y ver la
misma fotocopia una y otra y otra vez. Solo tienes que imaginar y exhalar
señales de humo y así dejar tu marca en el mundo. Si eres tan asalta cunetas de
creer que no puedes aportar nada al mundo, aporta diversidad y él con una mueca
de desengaño te lo agradecerá. El cielo puede ser del color que quieras, pero
sientes el impulso de ahogarte al mirar de reflejo todo lo que conlleva esa
responsabilidad.
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