Entre cuatro paredes
cada vez más estrechas
que respiran esperanza
efímera y maltrecha.
Es como oro irlandés,
¡brillante, brillante oro!
oxidado y asqueroso
solo cuando lo toco.
Deja de palpitar con
cada daga asestada.
No me dejes ni permitas
que te lleven malvadas.
Encantadoras sirenas
curiosa en principio,
bestia y verdugo
si te hayas en su nido.
Pero está afuera,
entre ellas,
la ninfa dorada
dispuesta a vivir conmigo
una Noche estrellada.
J.M.González
No hay comentarios:
Publicar un comentario