Oh lucero,
en ti comenzaron tantas cosas
y acabaron otras.
En ti me desnudé,
se deslizaron las rudas prendas
por mi piel
y en todo mi esplendor
me mostré.
Tu luz se encaminó
muy dentro de mí,
todos mis sentimientos cogió
y, con la energía y sentimiento
de un bailaó,
sobre el papel delicadamente cayó.
Soldado impasible,
tu no agraciada figura
no te hace justicia
y no pueden ver de tu fruto
su hermosura.
J.M.González
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