Las
escaleras son curiosas. Las escaleras suben, las escaleras bajan. Las escaleras
son cortas, otras largas. Vivimos en escaleras. No, todos vivimos en una sola
escalera.
Pero la
escalera en las que vivimos es infinita. Nuestra vida consiste en subir y bajar
escalones. Y durante este eterno viaje, encuentras a otros peregrinos de la
escalera. Esos peregrinos pueden ayudarte a subir peldaños. Otros de un solo
movimiento te hacen rodar hacia abajo, no siempre voluntariamente.
Yo antes
subía. Subía sin parar. Pero empezaron a llegar las patadas. Patadas y patadas.
Caía descontrolado. Pero entonces aparecieron aquellos peregrinos en medio de
la escalera. Me frenaron, me levantaron y me sacudieron el polvo. Me agarraron
fuertemente los brazos, y empecé a subir escalones.
Sé que
llegaran más patadas, y más fuertes. Pero sé que los caminantes estarán ahí
para agarrarme y evitar que vuelva a rodar. Y yo evitaré que ellos caigan
cuando reciban coces.
No nos gusta
rodar.
Hermes
No hay comentarios:
Publicar un comentario