Sueño traicionero,
no intentes embaucarme
pues he de vivir la realidad,
aunque, quizás, a ti prefiero.
No resurjas, Ardiente.
Tu sierpe presiona,
con traición y sin razón,
los músculos latentes.
Si su enemigo la sangre derrama
de mi vida se apropiará.
¿Qué es un hombre sin su tesoro,
sin su riqueza azul, sin corazón que sana?
Nada,
mi reino
por una cama,
capital y cultural,
dura, tentadora e insana.
No.
Si bien es más útil,
más cercana pasión.
Vida dorada
acelerado corazón.
Hiéreme.
El poeta no puede seguir,
no así.
A ellas miró,
demasiado dolor.
Paz ancestral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario